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El buen diseño es finalmente una inversión | 
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| Para mucha gente, el diseño aún significa el brillo superficial de mejores casas o gráficos más limpios, pero actualmente la innovación está inextricablemente ligada a él, que se ha vuelto una ventaja decisiva en incontables industrias, además de ser una herramienta crucial para evitar la indiferenciación. El ascenso de Apple ofrece unas cuantas lecciones de importancia sobre la conexión actual entre diseño y negocios. La más fácil es que el diseño le permite fortalecer la lujuria del consumidor y demandar precios más altos como resultado de esto. Simplemente el buen diseño es muy rentable. La innovación es usualmente cíclica entre los períodos de inventiva básica y técnica, y la tarea más fina es empaquetarla para su adopción por las masas.
En la tecnología personal, por ejemplo, estamos en una fase de integración que le pisa los talones a avances fundamentales como Internet y la computación móvil. Con la magia del "back end" volviéndose un servicio barato, las interfaces para usuarios son ahora la mejor oportunidad para el comienzo de un nuevo negocio. Aunque estas dinámicas parecen específicas de los negocios tecnológicos, son análogas a lo que ocurre en cualquier industria creciente. Los fundamentos del back-end eventualmente se desvanecieron como una ventaja competitiva: en China se imitan todos los productos; Internet golpea los canales de distribución. Es casi imposible vender algo sin mejoras de diseño fundamentales que prueben su valor a los consumidores cada vez que lo usen. La pregunta es en quién confiar para cultivar la relación entre el producto y el cliente, si en un ingeniero o en un diseñador.
El fenómeno de nuevos negocios conducidos por diseñadores requiere que en el organigrama de la empresa el diseño pueda estar aislado a un alto nivel. Cuando a los diseñadores les falta influencia, se hace casi imposible obtener productos superiores. Los buenos diseños casi nunca permanecen buenos por mucho tiempo si deben navegar por muchos niveles de aprobación corporativa. Es por eso que el proceso de diseño es tan reductor como ninguna otra cosa. Las aprobaciones corporativas se refieren usualmente a añadir cosas para apaciguar a los supervisores internos. Cuando algo ha sido aprobado por todo el mundo, puede que a nadie le guste. La principal pregunta que queda para los capitales de riesgo y las compañías de vieja línea es si el diseño puede entregar un ángulo sostenible. Hay una razón para pensar que puede. A diferencia de unas cuantas opciones más o aumentos marginales en la velocidad de computación, una mejor experiencia con el usuario puede significarlo todo.
Una dependencia en la innovación guiada por el diseño sitúa un reto para las compañías que la tienen. Se puede patentar fácilmente cómo algo luce, o la sensación de una interface con el usuario. Los rasgos, las sutilezas y las terminaciones generan imitadores a gran velocidad, por lo que las compañías lideradas por el diseño deben innovar constantemente para mantener su efectividad. Finalmente, el éxito de cada compañía depende de cuan bien intuya lo que los usuarios quieren y cuánto cada una de ellas los complazca con productos. Solo el diseño tiene el poder de seducir y deleitar. Y no se está viendo solo como una solución de problemas de negocios. Los que lo practican están adoptando roles que usualmente estaban dominados por los gobiernos y las organizaciones sin fines de lucro, buscando nuevas formas de elevar las fortunas del mundo en desarrollo.
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Este es el resumen del artículo "El buen diseño es finalmente una inversión" publicado en Octubre 2012 en la revista Fast Company.
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